miércoles, 2 de mayo de 2012

Las feromonas.


 
Las feromonas son sustancias químicas secretadas por los seres vivos con el fin de provocar comportamientos específicos en otros individuos, con frecuencia de la misma especie, pero también pueden emplearse contra otras especies (por ejemplo, algunos árboles atraen pájaros con sus feromonas para defenderse del ataque de insectos, y otros insectos emplean feromonas sobre sus competidores para desestabilizar su metabolismo). Si bien las feromonas son naturales y siempre han existido, fue en 1959 que el bioquímico alemán Peter Karlson y el entomólogo suizo, Martin Lüscher, le pusieron nombre a la hormona, basados en el griego pherein (transportar) y hormone (estimular).
Estudios han demostrado que plantas y animales han utilizado diferentes aromas o mensajes químicos como medio de comunicación, tanto para atraerse sexualmente, como para otros fines. Como ciertas mariposas macho que son capaces de detectar el olor de la hembra a 20 kilómetros de distancia.
En los humanos también se ha visto reflejado ciertos efectos de las feromonas. Por ejemplo, cuando dos mujeres viven juntas, sus ciclos menstruales empiezan a alinearse. Han llegado a concluir que es un mensaje biológico de “no me quites a mi macho”, aunque en realidad no lo hagan. 
Hasta hace poco se creía que las feromonas no tenían ningún efecto considerable en las personas a nivel sexual, pero algunas investigaciones con mujeres y hombres en instituciones como el Karolinska, de Estocolmo, la Universidad de San Francisco y el Centro Monell de Sentidos de Filadelfia sugieren que las feromonas pueden hacer entrar en celo a los seres humanos.
Pero, ¿cómo es que logramos transmitir y recibir estos mensajes hormonales?  Aunque las feromonas no tienen un olor ni un sabor que se pueda detectar, las sustancias químicas que las componen si son detectadas y no propiamente por la nariz.el órgano vomeronasal: un auxiliar en el sentido del olfato que aguarda unas neuronas sensoras. Ellas detectan distintos compuestos químicos (como los de las feromonas) y terminan por mandar el mensaje al hipotálamo, que es el encargado de las emociones en nuestro cerebro.
¿Entonces, si no huelen, cómo es que las venden en frasquitos de todos los colores y olores?
Alrededor de 1986 los genios del marketing se percataron del impacto que causaban estas hormonas (y a lo mejor del valor comercial que podría significar fabricarlo en masa) e investigaron con el sudor de varios humanos cuáles eran los componentes. Los descubrieron, entre ellos ácidos grasos de animales y vegetales, y así nacieron las ‘feromonas sintéticas’.
Diana María Lozada, ingeniera química de la Universidad Nacional y creadora de la línea cosmética erótica La Fierté en Medellín, nos cuenta que ese es el tipo de feromonas que se utilizan para los productos. Ya no solo en perfumes, sino en cremas, ropa y hasta zapatos. “El efecto biológico de las feromonas es tan fuerte que cuando te la echas, notas que la gente te voltea a mirar casi inmediatamente”, asegura.
David Cure, gerente de la tienda para adultos Complicidades para el amor en Bogotá, vende unas 60 botellitas de feromonas al mes. Afirma que es un producto efectivo pues “logra triplicar la atención de los otros en quien la utiliza, bien sean estos recién conocidos o parejas que están ya acostumbradas a su nivel de feromonas y necesitan volver a atraerse”.
¿Será posible tanta belleza? 
Por un lado sí hay estudios que han demostrado ciertas reacciones, en ciertas personas. Pero expertos dicen que sostener que “triplican la atención”, es más un gancho publicitario que una realidad, sobre todo cuando estos estudios siguen siendo tan cuestionados.

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